Largo viaje
Este relato lo he encontrado en el blog SurfStories, un blog de historias de surf, mar y salitre muy bueno, hacía tiempo que no disfrutaba tanto leyendo cosas de surf.(foto Porsa Oct.08)
"Esto ocurrió en una isla del Mediterráneo, pero podría haber ocurrido en cualquier lugar del mundo donde se haga surf. De hecho, podría estar ocurriendo ahora mismo y podría ocurrirte a ti. Que esto sirva para subirte el ánimo y evitar que dejes de perseguir tus sueños...
Tendría 26 años cuando decidió probar con el surf. Aunque era consciente de que se ponía a ello demasiado tarde, para él era más que un desafío. Era un verdadero sueño. Toda su vida junto al mar, navegando, nadando, buceando, pescando... Todo eso no podía culminar sin aprender a surfear.
Decidido a ello se compró una tabla. Esperó pacientemente a que el mar se moviera y, a la mínima ocasión, entró en cualquier playa. Remó, se cayó, tragó agua... pero siguió. Al cabo de un par de meses se decidió a entrar en sitios más concurridos. Se aprendió bien las normas de etiqueta surfista y remó al pico. Una vez allí se sintió algo decepcionado. No hubo sonrisas ni bienvenidas. Tampoco miradas hostiles. Sólo una aplastante indiferencia.
Un año más tarde ya se ponía en pie con regularidad y bajaba algunas olas. La progresión estaba siendo muy lenta y eso le fastidiaba un poco, pero tampoco se le podía pedir más al Mediterráneo. Entonces llegó el día. El viento había estado soplando fuerte y el mar estaba agitado. Por la tarde, cuando Eolo dio un poco de tregua, decidió salir al mar y surfear un poco. Al llegar al pico se encontró con el ánimo colectivo un poco alterado. Había mucha gente.
Después de unos minutos de observación se decidió a remar su primera ola. Como en tantas ocasiones falló el take-off. Cuando consiguió salir a flote, envuelto en espuma, se encontró rodeado de surfistas que remontaban. Primero escuchó un susurro. Luego unas risas. Finalmente llegó a sus oídos la sentencia: "¡qué paquete!". Aquella expresión pueril lo hirió más profundamente de lo que pensaba. Se sintió humillado. Al cabo de unos minutos decidió salir. Y le dio la espalda al mar mientras se alejaba de la playa. Aquello fue un golpe a la línea de flotación de su orgullo.
Aunque tocado -no volvió a pisar esa playa hasta pasados dos años- siguió entrando regularmente al mar. Maduró y su surf creció con él casi al mismo ritmo. Viajó a lugares con buenas olas y exprimió cada minuto. Aprendió, compartió información con otros, se metió en olas cada vez mayores. Probó tablas y formas nuevas. Recorrió el litoral palmo a palmo, estudiando cada cabo, cada playa. Poco a poco se diluyó en la comunidad surfista del lugar.
Y de nuevo llegó un día de viento fuerte. Entonces, tal como ocurriera años atrás, la rompiente de aquella playa volvió a funcionar. Entró y estuvo surfeando a gusto durante un rato. Olas de buen tamaño aunque algo desordenadas le daban juego y él desplegaba su modesto surf con naturalidad. Disfrutando cada momento.
Cogió una izquierda y pudo sacar tres buenas maniobras. Se tumbó sobre la tabla y remontó. Entonces escuchó que alguien le llamaba. Era un chaval que remontaba a escasos metros y le había visto la ola. Automáticamente el recuerdo del pasado le asaltó la mente: !qué paquete!. Miró con recelo al surfer que se acercaba. Cuando estuvo a su altura, lleno de suspicacias, le espetó: "¡¿Qué pasa?!". "Nada", dijo el chico, "Me ha parecido una ola cojonuda. Eres un máquina. De lo mejor que he visto hoy."
No supo qué decir. Acertó a sonreír y chocó las manos con el chico. En su interior creció una gran sensación de alivio. Fue como un círculo que después de mucho tiempo conseguía cerrar. El sueño estaba conseguido... ahora sólo le quedaba disfrutar de él."
Publicado por SurferMed
el jueves 30 de octubre de 2008 14:29
en: surfermed
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"Esto ocurrió en una isla del Mediterráneo, pero podría haber ocurrido en cualquier lugar del mundo donde se haga surf. De hecho, podría estar ocurriendo ahora mismo y podría ocurrirte a ti. Que esto sirva para subirte el ánimo y evitar que dejes de perseguir tus sueños...
Tendría 26 años cuando decidió probar con el surf. Aunque era consciente de que se ponía a ello demasiado tarde, para él era más que un desafío. Era un verdadero sueño. Toda su vida junto al mar, navegando, nadando, buceando, pescando... Todo eso no podía culminar sin aprender a surfear.
Decidido a ello se compró una tabla. Esperó pacientemente a que el mar se moviera y, a la mínima ocasión, entró en cualquier playa. Remó, se cayó, tragó agua... pero siguió. Al cabo de un par de meses se decidió a entrar en sitios más concurridos. Se aprendió bien las normas de etiqueta surfista y remó al pico. Una vez allí se sintió algo decepcionado. No hubo sonrisas ni bienvenidas. Tampoco miradas hostiles. Sólo una aplastante indiferencia.
Un año más tarde ya se ponía en pie con regularidad y bajaba algunas olas. La progresión estaba siendo muy lenta y eso le fastidiaba un poco, pero tampoco se le podía pedir más al Mediterráneo. Entonces llegó el día. El viento había estado soplando fuerte y el mar estaba agitado. Por la tarde, cuando Eolo dio un poco de tregua, decidió salir al mar y surfear un poco. Al llegar al pico se encontró con el ánimo colectivo un poco alterado. Había mucha gente.
Después de unos minutos de observación se decidió a remar su primera ola. Como en tantas ocasiones falló el take-off. Cuando consiguió salir a flote, envuelto en espuma, se encontró rodeado de surfistas que remontaban. Primero escuchó un susurro. Luego unas risas. Finalmente llegó a sus oídos la sentencia: "¡qué paquete!". Aquella expresión pueril lo hirió más profundamente de lo que pensaba. Se sintió humillado. Al cabo de unos minutos decidió salir. Y le dio la espalda al mar mientras se alejaba de la playa. Aquello fue un golpe a la línea de flotación de su orgullo.
Aunque tocado -no volvió a pisar esa playa hasta pasados dos años- siguió entrando regularmente al mar. Maduró y su surf creció con él casi al mismo ritmo. Viajó a lugares con buenas olas y exprimió cada minuto. Aprendió, compartió información con otros, se metió en olas cada vez mayores. Probó tablas y formas nuevas. Recorrió el litoral palmo a palmo, estudiando cada cabo, cada playa. Poco a poco se diluyó en la comunidad surfista del lugar.
Y de nuevo llegó un día de viento fuerte. Entonces, tal como ocurriera años atrás, la rompiente de aquella playa volvió a funcionar. Entró y estuvo surfeando a gusto durante un rato. Olas de buen tamaño aunque algo desordenadas le daban juego y él desplegaba su modesto surf con naturalidad. Disfrutando cada momento.
Cogió una izquierda y pudo sacar tres buenas maniobras. Se tumbó sobre la tabla y remontó. Entonces escuchó que alguien le llamaba. Era un chaval que remontaba a escasos metros y le había visto la ola. Automáticamente el recuerdo del pasado le asaltó la mente: !qué paquete!. Miró con recelo al surfer que se acercaba. Cuando estuvo a su altura, lleno de suspicacias, le espetó: "¡¿Qué pasa?!". "Nada", dijo el chico, "Me ha parecido una ola cojonuda. Eres un máquina. De lo mejor que he visto hoy."
No supo qué decir. Acertó a sonreír y chocó las manos con el chico. En su interior creció una gran sensación de alivio. Fue como un círculo que después de mucho tiempo conseguía cerrar. El sueño estaba conseguido... ahora sólo le quedaba disfrutar de él."
Publicado por SurferMed
el jueves 30 de octubre de 2008 14:29
en: surfermed
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Comentarios
Re-Evolucionemos el mundo!
Muy bueno
Yo personalmente me he visto reflejado en muchos aspectos y me iba imaginando la historia y los lugares conforme iba leyendo.
Aunque seguro que cualquiera que haga surf a tenido experiencias parecidas surfee donde surfee.
Hace poco, me dijeron.. Que Buena izquierda! un chaval que no conocía, acto seguido me preste a enseñarle un poco, sobre como colocarse, remar, etc.
tampoco me han dicho nunca, menudo paquete, y a veces lo he sido..
Sinó fuera tan duro, todo el mundo lo podría hacer.
Ese surfer seguramente mañana será el que se ria de otro cuando se caiga diciendo: "qué paquete"
Aunque tal vez se acuerde de lo que le pasó y no quiera que otro pase por lo mismo.